En el mundo del trabajo actual, solemos hablar de equipos, pero rara vez pensamos o actuamos como uno. Esta desconexión es evidente desde el proceso de selección, cuando enfocamos toda nuestra atención en el “match” entre la persona y el puesto, dejando de lado cómo se integrará esa persona en el equipo al que se unirá.
Normalmente, evaluamos candidaturas según la experiencia, los estudios, las referencias y las habilidades detectadas en entrevistas. Sin embargo, a menudo pasamos por alto elementos clave como la actitud, la versatilidad o los roles de equipo, que son determinantes para el desempeño real de una persona y su impacto en el colectivo.
Conociendo los roles de equipo
Comprender los distintos roles que existen dentro de un equipo es esencial para construir grupos equilibrados, tanto en fortalezas como en áreas de mejora. Esta información permite conectar el desarrollo profesional individual con el colectivo, desde la bienvenida del nuevo talento hasta el crecimiento sostenido en el tiempo.
Este enfoque fue el eje central del webinar de ORH “Buscamos talento, pero ¿y si ya lo tenemos?”, en colaboración con Belbin. En él, la experta en liderazgo Yolanda Romero, junto a Roberto Alonso, compartieron estrategias clave para armonizar el talento individual con el del equipo.
Estrategias para alinear el talento
1. Ampliar la mirada: del talento individual al colectivo
El equipo debe ser visto como un ente que posee su propio talento. Cada función requiere habilidades específicas, pero la diversidad de pensamiento y comportamiento es lo que realmente potencia el rendimiento. Además, muchos equipos no son conscientes de sus vacíos ni de los puntos ciegos que comparten. Reconocer luces y sombras, tanto personales como grupales, fortalece la confianza.
2. Aprovechar el potencial colectivo
Para ello es necesario:
- Clarificar el propósito del equipo.
- Promover el autoconocimiento y el conocimiento mutuo.
- Reconocer fortalezas, debilidades permitidas y contener las que no lo son.
- Diseñar un plan de acción con responsabilidades claras y acuerdos de funcionamiento.
3. Fomentar la seguridad psicológica en las relaciones clave
La consciencia de los talentos de cada miembro favorece una comunicación honesta, del tipo:
- “Esto es lo que yo aporto.”
- “Necesito tu ayuda en esto.”
- “Agradezco tu comprensión en esta área que no domino.”
4. Diseñar equipos líquidos y equilibrados por proyecto
Cada proyecto pasa por un ciclo de vida: definición de objetivos, ideación, ejecución, seguimiento y cierre. Es clave formar equipos según las fortalezas necesarias en cada etapa. Como bien dijo Yolanda Romero, “el talento colectivo depende de cómo se distribuyen las fuerzas individuales y del propósito del equipo”.
Los 9 roles de equipo según Belbin
Esta metodología identifica nueve perfiles agrupados en tres áreas:
Roles Mentales – Resolución de problemas
- Cerebro: Creativo e innovador. Brilla al comenzar desde cero, pero puede tener dificultades para comunicar sus ideas.
- Monitor-Evaluador: Analítico y lógico. Examina cada idea con objetividad, aunque puede parecer distante.
- Especialista: Profundiza en temas específicos y aporta conocimiento experto, aunque tiende al aislamiento.
Roles de Acción – Ejecución
- Impulsor: Directo y competitivo. Presiona al equipo para cumplir plazos, motivado por la exigencia del logro.
- Implementador: Organizado y práctico. Se enfoca en transformar ideas en planes concretos.
- Finalizador: Perfeccionista y detallista. Asegura la calidad final, aunque puede tener problemas para delegar.
Roles Sociales – Relaciones interpersonales
- Coordinador: Diplomático y objetivo. Sabe delegar y mantener a todos enfocados.
- Cohesionador: Empático y conciliador. Busca mantener la armonía y el bienestar del grupo.
- Investigador de Recursos: Extrovertido y curioso. Se conecta con el entorno externo para traer ideas y oportunidades.
Conclusión
El bienestar corporativo no se alcanza solo con beneficios o iniciativas aisladas, sino con dinámicas que promuevan el entendimiento, la colaboración y la integración real de cada persona en su equipo. Cuando alineamos el talento individual con las necesidades del grupo, potenciamos no solo el rendimiento, sino también el sentido de pertenencia y la salud organizacional. En este enfoque sistémico, el verdadero crecimiento se vuelve sostenible.
